Dotar de vida a los espacios

Hace unos meses, el periódico El Pais se hizo eco de nuestra plataforma con una noticia sobre la segunda vida de los espacios creativos, tanto en prensa escrita como en prensa digital. Además a causa de este artículo y de su entrevista a la fundadora, surgió una colaboración en la que la fundadora explicaba cómo ‘la segunda vida los espacios ayudan a la sostenibilidad de las ciudades’.

 

La segunda vida de los espacios

“Muchas son las iniciativas que han surgido en los últimos años a lo largo de todo el mundo creando una manera colaborativa de compartir los recursos que ya existen para que otros particulares puedan aprovecharlo mejor. Aplicaciones o plataformas online que han revolucionado la manera en la que interactuamos con los espacios que nos rodean y que encontramos en las ciudades.

Parkings, dormitorios, cocinas, coches, oficinas, apartamentos, huertos, trasteros, comercios, salas… ahora pueden alquilarse por horas entre particulares beneficiándose ambas partes en el acuerdo, gracias a páginas como Airbnb, BlaBlaCar, Parkfy o Kuarere, la plataforma online que conecta a personas que tienen ideas inspiradoras, con los espacios donde poder desarrollarlas, fomentando que las ciudades se conserven activas y un mejor uso y aprovechamiento de los espacios.

Según la revista Time, el consumo colaborativo es una de las diez grandes ideas que cambiarán el mundo. Durante los últimos años, se ha debatido mucho en torno al crecimiento actual de las ciudades y sobre cómo debería ser su arquitectura y sus espacios.

La concienciación social por cuestiones ambientales, junto con los avances técnicos, nos ha permitido redirigir el modelo hacia una alternativa más sostenible para el futuro. La sostenibilidad busca preservar los recursos naturales o la reducción de la huella ambiental, sin poner en riesgo el bienestar de las futuras generaciones. Optimizar los recursos y materiales, disminuir el consumo energético y los residuos, promover la energía renovable y la eficiencia energética, son términos que usamos cuando hablamos de la arquitectura del futuro.

Sin embargo, también necesitamos poner en valor nuestra arquitectura del pasado y considerar el espacio como un recurso finito. Reflexionar sobre cómo usamos los espacios vacíos que generan las ciudades, e identificar maneras más efectivas de hacer que funcionen los locales y las viviendas en desuso, nos permite también hacer un uso más sostenible del espacio. Adaptar, reparar, reinterpretar… en definitiva, reciclar los espacios obsoletos se convierte en la estrategia más razonable y en la mejor alternativa de futuro para crear un nuevo modelo de ciudad sostenible.

Las ciudades en las que vivimos están en continua evolución respondiendo a las necesidades y anhelos de las personas que viven en ellas. Ésta nos provee de los espacios adecuados según la demanda social a lo largo de la historia, y debe buscar respuestas para cada momento. “El espacio arquitectónico solo cobra vida en correspondencia con la presencia humana que lo percibe”, dice el arquitecto japonés Tadao Ando.

En España, el crecimiento expansivo de las ciudades, la crisis del mercado inmobiliario y los efectos de la situación económica de estos últimos años, han propiciado el cierre de empresas, negocios, locales, generando en las ciudades una serie de espacios “sin uso”. Son espacios vaciados de actividad social, pero susceptibles de adaptar su uso y dotarlos de una segunda vida útil, probablemente muy distinta de aquella para la que fue diseñada en su origen.

Estos edificios, conservando su estructura y estética original, concilian el pasado con las características de los diseños más actuales. Fábricas, invernaderos, garajes, almacenes, masías… son ahora espacios reconvertidos en lugares únicos que proporcionan servicios dedicados a las artes, la cultura y los eventos. Espacios flexibles que fomentan la creatividad pero que anteriormente estaban en desuso o abandonados, y que ahora disfrutan de una segunda vida gracias a su reinterpretación.”

Lee el artículo completo en https://elpais.com/elpais/2016/12/27/seres_urbanos/

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